jueves, 4 de junio de 2009

¿Cuánto me das por mis datos? ¡La letra pequeña importa!



Lamentablemente, muchas personas, sin su consentimiento y a través de procesos desleales y poco transparentes se transforman en suministradores de información para infinitos actores públicos y privados. Los que controlan nuestra entrada de información son expertos en la materia y vulneran el “derecho a no saber”.

Precisamente, un estudio del 2000 lo corrobora. Tras un análisis de más de 25 webs de conocidas empresas españolas, donde en todas ellas el usuario debe dejar sus datos personales para acceder a sus servicios, se demuestra que cerca del 60%, no informan al usuario sobre la privacidad de sus datos personales, ni sobre su tratamiento y usos.

Ni la ley de la intimidad consigue combatir la “astucia” de los magnates de la red, a esta ley de la intimidad se le contraponen varios factores, por lo que es claramente palpable su fragilidad. En primer lugar, el sistema económico, el cual necesita tener información de los actores sociales que funcionan en él para el funcionamiento de la economía de mercado. El individuo necesita normalmente poner en circulación datos personales para realizar negocios.

En segundo lugar, al binomio información-economía hay que añadir el de información-opinión pública. Estamos en una sociedad plural, donde la transparencia y el control público son sus pilares básicos. Este principio, el pluralismo, erosiona necesariamente la esfera de la tutela individual y pasa a disponer de algunos datos personales con el fin de garantizar el derecho de la información contemplado en la Constitución. Es este caso, la necesidad del consentimiento del interesado decae ante la exigencia de información.

Y en tercer lugar, el Estado, el cual necesita disponer de datos de sus ciudadanos con el fin de implementar sus políticas, especialmente tributarias, sociales y redistributivas. Pero el más difícil de “convivir” es el factor nuevas tecnologías. Internet permite que una gran cantidad de información contenida en ficheros o bases de datos pueda circular sin límites temporales ni espaciales hace ya más de cuarenta años.

En la sociedad de la información el mercado necesita disponer en cualquier lugar y en todo momento de datos detallados sobre clientes potenciales y destinatarios de bienes y servicios. Se convierten así en un bien básico mediante el cual se pueden crear otros bienes, fruto del cruce de informaciones que a su vez constituyen elementos de producción potencialmente utilizables en estrategias políticas y empresariales. Así las informaciones se almacenan en bancos de datos para luego ser vendidas según demandas específicas.
Fuente: elaboración propia ITEM CONSULTORES (Innovación Tecnología y Marketing), 2000.

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